¡Oh
Padre y Patrono mío San Francisco Solano, consuelo de afligidos y alivio de
necesitados! De tu piedad me he valido para alcanzar de su Majestad el favor y
gracia que espero de su divina clemencia; muy alegre voy, aunque no se haya
concedido, por haberte visitado estos nueve días, pues como fiel cristiano,
creo que habrá sido por defectos míos o por no haberme convenido, ni ser
voluntad de mi Dios y Señor, con la que me conformo y quedo totalmente
resignado; y si algo se me ha concedido, confieso desde luego que habrá sido
por mediar tu intercesión y patrocinio. Por tanto, reconocido siempre a tu favor,
te rindo las mayores gracias de lo más íntimo de mi alma y corazón.
Y
pues tú, Santo mío, sabes, más bien que yo, la condición de mi Dios y Señor,
suple con tus palabras mi insuficiencia para dar a Su Divina Majestad los
debidos agradecimientos por mí; que yo ceso y quedo con el deseo de verle y
alabarle contigo eternamente en la gloria. Amén.
Bendita
sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas
distintas y un solo Dios verdadero. Y bendita también sea la reina de los Ángeles
María Santísima, Madre de Dios y Señora nuestra, concebida sin pecado original
en el primer instante de su ser natural. Amén.
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